“SE ACABÓ EL GUEVEO”: PATRICIA MALDONADO Y SU UTOPÍA PRESIDENCIAL EN EL TEATRO CENTENARIO
En plena temporada electoral, mientras los candidatos presidenciales despliegan sus campañas y discursos, Patricia Maldonado subió al escenario del Teatro Centenario con un show de stand-up cargado de política, dentro de una utopía: llegar a La Moneda como presidenta de Chile, tras obtener un histórico número de votos.
Nota y fotos por: Daniela Bustamante
La noche del 4 de octubre, el teatro se fue llenando pausadamente, mayoritariamente de un público adulto que ya conocía y respaldaba a la figura televisiva que por décadas ha representado con fuerza una postura conservadora, abiertamente ligada a la derecha chilena. En los asientos se podía observar a algunos asistentes con banderas chilenas y bandas presidenciales, marcando que no solo iban a reír, sino también a identificarse con un discurso.
El espectáculo se construyó como una sátira política donde Maldonado, ya en su rol ficticio de presidenta, entrega una serie de mandatos y “reformas” que parodian la realidad actual del país, con propuestas que oscilan entre lo caricaturesco y lo provocador. A lo largo del show, su crítica sin filtros apuntó directamente a la izquierda política, a las luchas sociales contemporáneas y a otras temáticas, siempre desde una visión impregnada de nostalgia por “el Chile de antes”.
La puesta en escena fue sobria pero funcional. Bastaron un escritorio que imitaba el despacho presidencial, una pantalla que proyectaba imágenes de La Moneda y símbolos patrios, y algunos elementos teatrales menores para que la ficción cobrara forma.
No estuvo sola en escena. Acompañada de personajes y de su marido, se tejió una dinámica entre el sketch, el stand-up clásico y momentos teatrales que, en conjunto, construyeron una narrativa humorística, pero ideológica. Las décadas de los 70 y 80 sirvieron como telón de fondo para buena parte de sus referencias, a menudo recordadas desde una perspectiva que reivindica ciertos elementos de esa época.
Para algunos, la noche representó el pensamiento de muchos chilenos. Para otros, una muestra de los límites difusos entre libertad de expresión y discurso político disfrazado de comedia. Aquí surge una pregunta inevitable: ¿Cuál es la línea entre lo correcto e incorrecto cuando se hace humor político? El espectáculo de Maldonado se planta precisamente en ese borde. Patricia no responde esa pregunta: la lanza al público, sin pedir permiso, y ellos lo aceptan e incluso, agradecen.
A nivel técnico, el ritmo del show fue ágil, con pausas calculadas para el remate de los chistes y momentos que generaron aplausos espontáneos. Hubo carcajadas, y no faltaron los gritos de apoyo desde las butacas, que reafirmaba que más que espectadores, eran seguidores fieles de una figura que genera admiraciones y rechazos con igual intensidad.
En resumen, más que un show de comedia convencional, fue una performance política envuelta en risas, con un mensaje claro y sin dobleces: Patricia Maldonado no busca agradar a todos, sino reafirmar su postura y conectar con su público.