Tumulto: Herencia Rock que se Mantiene en la Sangre.
Hablar de Tumulto es hablar de una de las bandas más longevas, representativas e históricas del rock chileno. Ese rock que es realmente rock: guitarras distorsionadas, letras que nacen de vivencias cotidianas, una voz desgarrada, actitud desafiante y presencia agresiva sobre el escenario. Es necesario aclararlo, porque hoy en día muchos llaman “rock” a músicas que ni en sus sombras se acercan al concepto original. Como dijo Pappo: “Si no suena como AC/DC, no es rock”. Y una distorsión ocasional no basta para ganarse ese nombre.
Aclarado eso, vamos a lo que fue la presentación de Tumulto, que continúa su legado de rock clásico —directo a la vena y cargado de sentimiento— ahora liderado por Oliver, hijo de Alfonso “Poncho” Vergara.
Desde antes del show, la banda se mostró comprometida con cada detalle. Se les veía de un lado a otro dentro del Bar 12 Lunas, coordinando y revisando todo para su esperado regreso a La Serena. Poco a poco comenzó a llegar el público: rostros ansiosos, energía desbordante, y muchos miembros de la vieja escuela del rock regional. Como parte de esa generación, fue gratificante reencontrarse con amigos y ver tantos rostros familiares.
El momento llegó. Tumulto subió al escenario y abrió con “Noche” —que muchos recordamos como “Solo quiero vacilar”, jajaja— evocando esas noches de carrete en casa de los amigos. Un inicio potente. Luego vino otro golpe directo con “Esta noche será”, y así la noche avanzó canción tras canción, clásico tras clásico. Sonaron himnos como “Si me amas”, uno de los primeros románticos rockeros de la jornada, y “Somos el rock”, que marcó el cierre de la primera parte del show.
Pero Tumulto no se quedó ahí. Volvieron al escenario con “Soy feliz”, tema del año 2022 que demuestra que esta Herencia Rock no vive solo de glorias pasadas: hay creatividad y fuerza para seguir componiendo música de calidad.
La segunda parte culminó con la más coreada y vacilada de la noche: “Rubia de los ojos celestes”, con una puesta en escena épica. El público no quería que se fueran, así que el bis no tardó en llegar con “El Final”, que cerró una noche rockera como las de antaño.
La banda prometió volver en febrero, así que atentos: si se lo perdió esta vez, sería imperdonable no estar en la próxima.
Un sonido excelente, una puesta en escena potente, y un ambiente de hermandad y respeto hicieron que esa noche en el Bar 12 Lunas fuera de esas que cuesta olvidar. Agradecemos la buena onda y cercanía de la banda, y al Bar 12 Lunas por recibirnos, como siempre, de manera excepcional.