Dulce y Agraz en La Serena: Un Encuentro Íntimo de Música, Poesía y Conexión.
Nota y fotografias por : Daniela Bustamante @armoniabizarra
El 21 de febrero, Dulce y Agraz ofreció un espectáculo íntimo en el Patio del Centro Cultural Teatro Centenario, como parte de su gira de verano por Chile 2025. Con casi siete años de carrera, la “música-poeta” interdisciplinaria, que ya cuenta con 12 sencillos, 3 EPs y dos álbumes, encantó a su público, mostrando el talento que la ha llevado a conquistar corazones en todo el país y también en el extranjero.
A las 21:30, los amigos del cuarteto indie rockero Bisaid subieron al escenario para darle vida al ambiente con una selección de canciones de su carrera. Interpretaron temas de su primer álbum, además de algunas canciones de su más reciente trabajo, Reset, y su último sencillo, “Quizás”.
La banda coquimbana ofreció un show de 50 minutos, cautivando al público que no dudó en acompañar al vocalista y a la potencia de la batería con sus palmas. A pesar de algunos leves inconvenientes de sonido, estos no afectaron su actuación. Al finalizar, la banda agradeció al público y se retiró entre aplausos y coreos.
A las 22:35, Dulce y Agraz, quien había llegado a La Serena tras su presentación en Frutillar como invitada en la gira acústica de Los Bunkers, ingresó al Patio Centenario recibiendo cariño. Agradecida, subió a la tarima con una gran sonrisa y comentó sobre el largo viaje que había realizado para compartir con el público de esta histórica ciudad.
Desde el primer acorde de “Bajo tus Ojos”, Dulce y Agraz cautivó a todos los presentes. En cuestión de segundos, la conexión con sus seguidores fue evidente y el silencio del recinto se llenó de atención. Su voz, delicada pero potente, envolvió a cada uno de los asistentes, creando una atmósfera que reflejaba su estilo tan característico.
La elección de su vestuario fue un detalle que habló por sí solo. Dulce y Agraz, con un top ilustrado con corazones rojos y lágrimas, acompañado de delicados guantes blancos, encarnó la antítesis de su propio nombre.
Su atuendo reflejaba la intensidad de su música, que evoca la faceta más agraz del amor: mezcla de pasión y complejidad. Al mismo tiempo, los guantes blancos aportaron un toque de delicadeza, equilibrando la fuerza de su arte con la suavidad y dulzura que la define.
En un momento del show, Daniela se dio cuenta de que había olvidado su setlist, lo que hizo todo un poco más íntimo. Sin perder la calma, preguntó al público qué querían escuchar, mientras ellos, sentados en el suelo en total confianza, escuchaban atentamente sus palabras como si estuvieran compartiendo un círculo de amistad. Con relajo, continuó cantando con el baile de sus manos.
En total, se escucharon 13 canciones de pop en el patio, cuyas letras, cargadas de poesía natural y romántica, con un toque de erotismo y frescura, fueron una oda al sentir. Temas como “La Distancia”, “La Piel”, “Íbamos”, “No Me Alcanza” y “Ay Amor” fueron algunos de los más coreados.
Entre sus palabras, dedicó la canción “Íbamos” como un homenaje a lo que no pudo ser, una reflexión llena de nostalgia y esperanza. , logrando emocionar significativamente a los presentes.
En su presentación, tan solo utilizó un accesorio musical: un pequeño pajarito azul de pico rojo, al que sopló durante algunas de sus canciones. Su voz, clara y expresiva brilló, mientras que el pop de sus composiciones, acompañado de variados y bien logrados arreglos musicales en la pista grabada, completó su interpretación con armonía.
Antes de despedirse, comentó que le gustaría pasar más tiempo en la capital regional, disfrutando de la calidez de su gente y la belleza del lugar. Agradeció profundamente el cariño recibido y expresó su deseo de regresar pronto para seguir compartiendo con ellos su música. Con esas palabras de cercanía, Daniela terminó su show a las 11:30.
Una cercanía
Al finalizar el espectáculo, observé cómo la gente se acercaba a ella. Un hombre le pidió un autógrafo y le entregó un dibujo. Su actitud fue muy amable y cercana. Luego, otra persona le pidió una foto, aunque no se concretó, ella explicó con cortesía que prefería una foto grupal debido a que tenía que tomar un vuelo pronto para continuar con su gira.
Entre ellos, yo me acerqué y le pregunté por su setlist para poder escribir sobre el show. Con una sonrisa, me invitó a quedarme con el que había dejado en el escenario diciéndome que era todo mío. Llegué justo a tiempo, antes de que también se lo llevaran. Después, vi cómo otras personas también se acercaron, se tomaron fotos y finalmente, ella se retiró.
Se despidió con una sonrisa y se fue, dejando tras de sí la sensación de una artista no solo talentosa, sino también profundamente humana. Aunque no conocía bien a Dulce y Agraz antes del show, este concierto íntimo me impulsó a reproducir sus canciones unas horas después. Lo evidente es que ahora ocupará un lugar especial en mis playlist, que me acompañan diariamente a sentir.